Mi encuentro inesperadoCon llamas y alpacas
Nunca pensé que un día recorrería los caminos de Flandes acompañado por… una llama. Y sin embargo, eso es exactamente lo que experimenté en Pitgam, un pequeño pueblo donde la calma de los campos se une como en ningún otro a la dulzura de estos animales.
Nada más llegar, me recibieron las miradas curiosas y pacíficas de las llamas y alpacas. La dueña de la granja, una mujer apasionada y cariñosa, me enseñó primero a acercarme a ellas, a entender su lenguaje discreto y a caminar a su ritmo. Porque aquí no hay prisas: todo se hace lenta y armoniosamente.
Salimos juntos a pasear por el campo. El paisaje era magnífico, pero lo que hizo única la experiencia fue la presencia silenciosa de mi compañero de cuatro patas. Cada paso era una invitación a frenar, observar y respirar.
Tanto los niños como los adultos pueden vivir este momento de complicidad, hecho de dulzura, asombro y a veces risas – ¡porque los camélidos tienen su carácter! Pero también ofrecen una presencia tranquilizadora, casi meditativa.
Cuando regresé, me sentía relajado, sonriente y un poco transformado. Este encuentro insólito en Pitgam quedará como un recuerdo dulce y sencillo, profundamente humano… y animal.